En 2015, Lola fue diagnosticada de leucemia linfoblástica aguda en el Garrahan y, tras distintos tratamientos y una recaída, el equipo médico consideró que la mejor alternativa terapéutica para mejorar su calidad de vida era el trasplante de médula ósea -células progenitoras hematopoyéticas-. Entonces, le realizaron estudios de histocompatibilidad a su hermano Federico, de 10 años, que resultaron 100 por ciento positivos, algo que se da sólo en el 25 por ciento de los casos.
Hoy, a casi un año del trasplante, Lola lleva una vida como la de cualquier adolescente de su edad. Cursa el anteúltimo año de secundaria, practica reggaetón y con su pasión por el baile brilla Tik Tok, donde tiene 36 mil seguidores tras haber grabado un video en el Garrahan que fue viral y que compartieron famosas como Lali Espósito y Emilia Mernes.
Federico, el joven donante, expresó con gratitud: “Me puso muy contento saber que era compatible con mi hermana, que iba a poder donar la médula para ayudarla, fue muy especial y sentí mucha felicidad”. Luego, describió el proceso, mencionando que “entré a cirugía, me pusieron un catéter y después de una hora ya salí e hice vida normal. Al otro día, hicieron el trasplante”.
La médula ósea es un tejido que está en la cavidad de los huesos y origina glóbulos blancos, rojos y plaquetas, a través de la célula madre. La forma más común de obtención de células madre es del torrente sanguíneo a través de la donación de sangre, un proceso simple y sin riesgos para quien lo realice. También se encuentran en la sangre del cordón umbilical.
Lola, con emoción en sus palabras, agregó:“Que el donante haya sido mi hermano me causa una emoción total, incluso hoy, casi un año después, me sigo emocionando cuando lo escucho contar la historia”, dice Lola emocionada, “si mi hermano no me donaba la médula no sé qué hubiese sido de mí. Me habían dicho que curarme era una posibilidad, pero podía volver a enfermar en menos tiempo”, cuenta.
Lola y Federico viven en Suipacha, a 120 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, junto a su otra hermana Milagros, de 24, su mamá Analía y su pareja Jonathan. Horacio, el papá, vive en Capital y fue clave en la logística que significó realizar el tratamiento en el Garrahan y concurrir a los controles mensuales.
Cada año, a cientos de personas se le diagnostican enfermedades oncológicas, inmunodeficiencias, hematológicas como leucemias, linfomas y anemia aplásica que necesitan ser tratadas con un trasplante de CPH.
Existen dos tipos de trasplante: el trasplante autólogo, en el cual se infunden las células del propio paciente, y el trasplante alogénico, en el cual las células infundidas provienen de un donante familiar, o de un donante no emparentado. En los casos en los que esté indicado un trasplante alogénico, es necesario que exista una compatibilidad genética entre el donante y el paciente. La probabilidad de encontrarla dentro del grupo familiar -por ejemplo entre hermanos- es de un 25%.
Si esto no ocurre o si el posible donante familiar no es adecuado para el paciente, debe realizarse una búsqueda de donante no relacionado. Con ese fin, existen en todo el mundo registros de donantes de CPH que almacenan los datos genéticos de las personas que manifestaron su voluntad de donar.
El Registro Nacional de Donantes de CPH tiene más de 300 mil donantes inscriptos y forma parte de la Red Mundial World Marrow Donor Association (WMDA) la cual agrupa registros de más de 63 países y cuenta con más de 41 millones de donantes registrados de todo el mundo.