Con 13 años y tras dos trasplantes, el joven de Río Cuarto superó una leucemia. Tras cumplirse un año de la intervención exitosa, conoció a Diego Olguín, el “ángel mendocino” que le permitió sanarse y volver a sonreír.
A principios de marzo, Ismael pudo volver a clases después de tres años de una ardua y larga lucha contra una enfermedad, el “síndrome mielodisplásico”, un tipo de leucemia que alteraba las células de su médula y que obligó a dos trasplantes (el primero, no resultó). Su caso es único por haber superado dos trasplantes, y tras lograr recuperarse, conoció a su donante de médula: el mendocino Diego Olguín (31 años).
El tan ansiado encuentro se produjo en Buenos Aires, en el acto por los 20 años de creación del Registro Nacional de Donantes de Células Progenitoras que organizaron el gobierno nacional y el INCUCAI.
¿Cómo fue ese encuentro tan esperado?
Fue algo increíble, cargado de emociones, amor y gratitud. No hay palabras para expresar la emoción de ambas partes, los abrazos y agradecimientos estuvieron a flor de piel. En el acto escucharon su conmovedora historia con mucha emoción. Del lado de Ismael, un gran camino de lucha, fuerza, fe y superación; y de Diego de saber y conocer a quién le salvó la vida.
El cierre de esta historia se cuenta solo. La importancia de la donación, el amor de una madre, la fortaleza de un niño, la voluntad de ayudar y la idea de que ante la adversidad no se debe dejar de luchar.